The wife (La buena esposa)


Los renglones torcidos de Dios


A lo largo de la historia del cine hay películas que parecen que han surgido sobre todo con el único propósito de que su protagonista se luzca a más no poder. Hay muchas y de diferentes géneros. El caso de “La buena esposa” parece que engrosa esta lista. Y no es porque la película no proponga temas interesantes, pero sin lugar a dudas, si se hubiera elegido a una pareja de protagonistas del montón, sobre todo en el caso de su protagonista femenina, el resultado de la película hubiera quedado reducido a la mínima expresión.


Y ahora vienen los intereses del proyecto: Glenn Close, para mi gusto absolutamente radiante en su papel de Joan Castleman, y nominada al “Oscar” en media docena de ocasiones, podría encontrar, al fin, su oportunidad de llevárselo. En el recuerdo queda el robo perpetrado en la ceremonia de 1988 cuando por su impecable labor de Marquesa de Merteuil en “Las amistades peligrosas” se quedó sin premio: ni Globo de oro, ni “Oscar”, ni Bafta ni nada... visto hoy queda también en los anales de una de las mayores injusticias jamás cometidas. Y eso que fue a parar a una Jodie Foster entregada en cuerpo y alma en “Acusados”, pero por Dios, no cabía comparación alguna. Se ve que Glenn Close va marcando récords de distinta índole...



El caso es que yo pensaba que la versión cinematográfica del musical “Sunset Boulevard” la tendría para este año. Tras miles de avatares y anécdotas, incluyendo la expulsión de Faye Dunaway por parte de su creador, Andrew Lloyd Webber y haber realizado Close una actuación antológica en los escenarios, dejándose poseer por Norma Desmond y recibiendo las bendiciones de Lloyd Webber, nadie le podría rebatir su premio, pero no es así y puede que esté preparada para el año que viene. El caso es que ¿qué hará la Academia? ¿Premiarla este año y el que viene? ¿Dárselo este año? Puede que sí. Ya con Julianne Moore lo hicieron, al igual que con otros muchos ejemplos, de dárselo por trabajos que podrían parecer inferiores a otros de mayor calidad por los que no fueron premiados. Ya se sabe cómo va la ruleta de los “Oscars”.



Y mire usted por donde tocamos uno de los temas de la película en cuestión: el reconocimiento, el premiar el talento y la constancia, y cómo no, la vanidad que poseen muchos. Pero para hablar de ciertas lagunas de su guion lo haré al final de este espacio.
Lo que a grandes rasgos propone este film es interesante: el escritor brillante y su sacrificada esposa a la sombra. Un escritor, un sobrio Jonathan Pryce, según vamos descubriendo, narcisista y cretino, que se va empequeñeciendo mientras el personaje de su mujer, más humana, va mostrando mucho más interés. Significativo ese trasvase de importancia de personajes.



Esta coproducción, de no muy alto presupuesto, aprovecha el ambiente frío y oscuro de Escocia y Suecia, donde casi se ha rodado por completo, para desarrollar este drama bien actuado, con actores de reparto interesantes, sea la hija de Glenn Close en la vida real, Annie Starke, que encarna el personaje de la mujer cuando es más joven, el hijo de Jeremy Irons, Max Irons y con el cual Close ya coincidió en “La casa torcida”, un comedido Christian Slater o Elizabeth McGovern, en una breve pero contundente aparición como Elaine Mozell.


Todo en ella está cuidado, desde su vestuario a las localizaciones elegidas. La dirección de Björn Runge es correcta, aunque hay una escena en concreto que se les escapa, siendo muy importante para el desarrollo del film y que comentaremos en su “spoiler”. Quizás lo que más me ha llamado la atención sea la banda sonora de Jocelyn Pook, versátil compositora que ha trabajado con diferentes directores, como Medem, en la que mezcla temas de otros autores, dándole un sentido en todo momento a la música utilizada.


Como antes decía, su guion tiene ciertas lagunas que no se aclaran. Leyendo las breves reseñas seleccionadas de los críticos, me ha hecho gracia una de Sergi Sánchez para “La Razón” en la que dice que “no acaba de lograr que comprendamos qué vio Joan en su marido”. Es cierto, aunque eso se pueda justificar por parte del espectador que debe hacer el esfuerzo, nunca porque la película lo cuente, con diferentes teorías, sea por el terrorífico “speech” que le larga Elaine Mozell 


por lo que decide escudarse en su marido, sea porque la editorial buscaba a un escritor judío, o por la discreción de su protagonista, prefiriendo estar siempre en un segundo plano.


También es llamativa la frase que dice David, el hijo de ambos, antes de la entrega de premios: “Quizás he adorado al progenitor equivocado”. Son insinuaciones que se quedan en meros apuntes sin desarrollo dramático y que no ayudan a la trama central, de ahí que la frase de Joan que cierra la película, que cuando lleguen a casa les contará todo a él y su hermana. ¿Romper el silencio al final? ¿Hace falta? Si ya el círculo más cercano sabe lo que ha ocurrido.


Por último, la escena que para mí a nivel interpretativo es fascinante, pero que no está bien dirigida, es la de Joan y Nathaniel Bone fumando y bebiendo alcohol en el bar. Close, en un alarde magnífico de transparencia, deja entrever todo lo que esconde sin contarle nada a Bone. Bien, como hemos dicho interpretativamente, pero mal por parte de su director, por dejar que la actriz adelante muchas de las sorpresas que se supone luego serán desveladas.



El guión, aunque cogido con pinzas en muchas ocasiones, y como decíamos al principio, propone temas interesantes y no solo para matrimonios “célebres”, aunque eso algunos espectadores en la sala parecían que no lo pillaban a juzgar por sus comentarios y que a mí siempre me gusta “cotillear”.


El eje central del film es interesante, porque incluso en las capas más bajas que conozco de escritores o “pseudocreadores mindundis”, en muchas ocasiones, necesitan aunque sea el engaño piadoso de su pareja, a la cual casi siempre descalifican por la espalda, para saciar su vulgar egocentrismo.


Aunque con ciertas imperfecciones de base me ha resultado un buen film y por supuesto recomendable.
Maggie Smee

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