Desperdiciando la vida




El día que me ascendieron, los que hasta aquel momento eran mis iguales, se convirtieron en personas distintas para mí, y yo para ellos. Me desconcertaba ver su recién adquirida sumisión, pues era idéntica a la que yo había profesado con el anterior gerente. Cansado como estaba, como todos, no podía sino pensar en la frustración que debería arrastrar de haber sido otro el elegido para el cargo. Podía sentir esa frustración en sus caras. No tardé en acostumbrarme y en rodearme de los lujos que permitía mi nuevo estatus. Mi mujer debía de ser entonces una de las más felices del mundo. Un buen coche, un buen colegio para la niña, y alguna que otra joya que zarandear frente a los ojos envidiosos de sus amigas.
Tenía el convencimiento de que la vida, por fin, estaba bien, pero me engañaba, y fue gracias a un vagabundo, o lo que yo en un principio consideré un vagabundo, que pude darme cuenta de haber estado desperdiciando mi vida, y ahora soy enteramente feliz, y no puedo evitar, como él, mostrar en mi cara, siempre, una amplia sonrisa.
Saliendo del trabajo me lo encontré sentado en la acera, justo al lado de las escaleras. No acostumbraba a dar limosna, pero saqué unas pocas monedas de mi bolsillo y las extendí hacia él.
—Tome, buen hombre.
Tal vez con sorpresa miró las monedas y me dedicó una sincera sonrisa que mantuvo en la cara mientras, con los ojos cerrados, me decía que no con la cabeza.
—Puede cogerlas, no se preocupe, haga el favor —le dije.
—Agradezco su buena intención pero no tengo ninguna necesidad de sus dinero, es más bien al contrario.
—Me extraña que diga esto alguien en su situación. Puede comprarse un poco de vino, yo no le juzgo, o un té, si lo prefiere.
No había ninguna duda. Era el extremo de la dejadez, sus ropas, su aspecto, su cabello largo y sucio, eran signo a mi entender de persona necesitada. La bolsa de tela que estaba a su lado estaba repleta de remiendos, al igual que su chaqueta. No era mi intención ofender, y desde luego él, muy lejos de eso, me obsequió con otra de sus significativas sonrisas, que la verdad, entonces no podía entender.
—Me gusta el vino, el té, también, pero prefiero no tomarlo antes que hacer uso de su dinero.
—Pues vaya hombre, me sorprende usted.
Por respuesta obtuve una nueva sonrisa, y ya había dado unos pasos siguiendo mi camino cuando me giré y le dije:
—Me permite usted invitarle a tomar algo.
—Preferiría invitarte yo.
—¿Usted?
—Sí, ¿por qué no?
—¿Tiene dinero?
—Ni falta que hace.
Cuando se levantó me sorprendí al ver que parecía estar en muy buena forma. Quise ayudarle a llevar su maleta y encontré que pesaba demasiado para mí. No hubiera podido soportar cargarla ni la mitad del tramo que recorrimos hasta llegar a una cafetería que se encontraba a dos calles de allí.
Al entrar el dueño saludó muy efusivamente a Carlos, y fue así como me enteré de su nombre, pues no se me había ocurrido pregustar. Lo más raro fue que le llamó doctor Carlos.
—Sentaos, estáis en vuestra casa.
No tardó el dueño en traernos una jarra de vino que nos sirvió con extrema alegría. Ambos se miraban fijamente a los ojos con tan amplias sonrisas en sus rostros que no lo podía entender. Para mi sorpresa el vino era exquisito, cosa que extrañó al dueño cuando se lo hice saber, y miró la jarra con cara de asombro, pero él ya sabía que el vino era muy bueno. Lo comprendí al segundo trago. De aperitivo nos trajo unas pequeños pinchos de pollo cocinados con mucha gracia y después una sucesión de delicadezas que me parecieron dignas de un restaurante de lujo.
—Recomendaré a mis amigos este bar —le dije al tendero.
—No se moleste usted, por favor, aquí su dinero no sirve.
—¿No tiene usted acaso que pagar impuestos?
—La viudedad de mi difunta esposa paga algunas facturas. Y todo lo que servimos aquí es gratis. Carlos se lo puede explicar —dijo metiéndose en la trastienda.
Ante mi asombro Carlos sonreía.
—Es muy simple. Intercambiamos el trabajo para evitar usar dinero.
—¿Qué problema hay con el dinero?
Carlos se puso serio, y supongo que sabía que lo que me iba a decir cambiaría mi percepción del mundo.
“Es bien sabido que es más peligroso un tonto que un malo, pues por inadvertencia puede provocar un mal inesperado. Además, siendo un paleto, se cae con facilidad en el engaño del malo, por lo cual es imposible ser bueno siendo tonto. Por desgracia este mundo propicia que cada vez sean más las personas manipuladas y completamente atontadas. Y son millones de las que se puede decir que han desperdiciado su vida, pues no han sido conscientes de haber sido manipulados por un sistema absurdo que nos impone la avaricia descontrolada e insensata que está destrozando la naturaleza.”
“Este sistema ha conseguido que cada cosa que las personas hacen sea pura maldad, pues de forma inconsciente, aunque plenamente participe, provocamos la guerra, el hambre, la contaminación, la deforestación, la sequía, la extinción de especies, y un largo etcétera. Algunos por inadvertencia y otros por pensar que las cosas son así, opinión esta de lo más manipulada, pues la verdad es que no es necesario. Si se elimina el factor interés económico de la actividad humana no habría guerras, se respetaría la naturaleza, los derechos humanos, y el desarrollo se aplicaría en beneficio de todas las personas.”
“El trabajo que es necesario hacer para que todas las personas del mundo tengan los recursos necesarios no requiere el alto grado de actividad de hoy en día. Es así porque el sistema nos exige desarrollar múltiples actividades improductivas e innecesarias. Se favorece la obsolescencia programada y la competencia. Incluso aquellas labores más nobles, como la medicina, se ven afectadas por los intereses económicos.”
“La competencia —dijo con sarcasmo—, menuda estupidez. La competencia debería ser una ayuda, pero las empresas se guardan sus descubrimientos para aprovecharse solo ellos, y a ser posible procuran acabar unas con otras, o absorberlas. El sistema defiende el interés económico a cualquier coste, y pone a su disposición todos los medios. La propiedad intelectual es un concepto excesivamente egoísta, ejemplo de lo que impera. Todo vale en este mundo empresarial, y supongo que sabes, al igual que yo, que es profundamente desalmado. Trabajando donde trabajas los sabes bien.”
“Toda actividad que se genera en la sociedad está basada en la defensa de la propiedad. Si todos tuviéramos acceso a la propiedad no haría falta defenderla. Si todos tuviéramos acceso a los recursos de la tierra no se tiraría la inmensa cantidad de alimentos que requiere este mecanismo absurdo. Hay hambre en el mundo y los alimentos son objeto de especulación. Se tira la comida porque al final no se vende, o para adecuar su precio en el mercado. Parece mentira que la sociedad actual comercie con productos de primera necesidad, cuando el concepto de humanidad implica no negarlos a nadie.”
“Hablar de crisis económica es algo completamente estúpido, y síntoma claro de la lobotomización que se está ejerciendo en la gente. La única crisis que es posible es la de los recursos, es decir, las materias primas, la mano de obra y los alimentos. La crisis financiera es un engaño, o un error, en un sistema que especula con el dinero. Ocurre porque el sistema permite acumular dinero y que la especulación y la usura sean una actividad económica. Es así porque interesa a aquellos que disponen de más recursos. Si hubiera crisis de verdad haría falta mano de obra, no al revés. La verdad es que hemos llegado a un nivel de desarrollo tecnológico que hace innecesario que todo el mundo trabaje. Gran parte de la gente se debería dedicar a estudiar buscando formas de mejorar la calidad de vida y la producción, respetando y favoreciendo la naturaleza. Esto sería lo normal, pero se considera la iniciativa privada el motor de la economía, tremendo disparate.”
“Lo único que puede hacer la iniciativa privada es comerciar con los recursos con la pretensión de obtener ganancias, puesto que el que no obtiene ganancias se muere de hambre. Es del género ridículo el gasto en publicidad y recursos que se invierten en pretender que la gente compre algo que no necesita. El lobotomizado se deja influir muy fácilmente, y no puede resistirse a los miedos que le fomentan.”
“Es lógico pensar que una sociedad tecnológica tiende a reemplazar la mano de obra, toda la mano de obra, y esto, en un sistema actual, solo favorece a una persona, su enriquecimiento personal. Enriquecimiento no de dinero, sino de cosas, el dinero no le sirve para nada, pero sí le sirve a otros, pues el dinero que está en el banco no está metido en una caja, y es utilizado para especular, y se invierte en las empresas más rentables, aquellas que matan y contaminan, o que crean nuevas necesidades. Con este dinero la empresas financieras juegan a los prestamos, permitiéndose el lujo de especular con futuros rendimientos, o atreverse a prestar dinero simplemente para que haya deuda.”
“Si no existiera el interés económico no existiría el robo, la estafa ni la usura desalmada que practican los bancos. Y nunca se invierte el dinero en las cosas que hay que hacer, las urgentes y necesarias. Una de las principales preocupaciones que debería tener la humanidad, ademas de detener la desenfrenada contaminación del espacio aéreo, e intentar controlar el oscurecimiento global, sería comenzar a rescatar el material bélico que se lanzó a las profundidades del mar, pues la degradación de su envoltorio empieza a permitir que la contaminación se propague hoy día, con imprevisibles consecuencias medioambientales.”
“Sin lucro nadie tendría que aprovecharse de los demás. El éxito de lo barato y la obsolescencia programada ponen también de manifiesto lo obtuso de este mercado. La trata de blancas desaparecería del mapa, la inmigración también, los niños no serían explotados, y no morirían de hambre, como sucede hoy en día. Entre todos podríamos conseguir erradicar el hambre en menos de una generación. Pero estamos malgastando nuestra vida para que el rendimiento de nuestro trabajo se gaste en armamento.”
“Los gobiernos son necesarios, así como los jueces y la policía. La única democracia que existe es la justicia, y deja de serlo cuando se interfieren intereses económicos. La política, tal como la entendemos hoy, es un simple circo al servicio de las multinacionales financieras, y es por lo que se elige para los primeros cargos a aquellos cuya única cualidad es ser devotos de su partido, no las personas más capaces, que por supuesto no medran en ese entorno que los evita. Solo hay la opción de votar a uno de los dos individuos que presenta su partido, que en la mayoría de los casos, dado sus escasos estudios en relación al poder que sustentan, pueden ser considerados unos paletos. La alternancia política es una estupidez y es completamente innecesaria, y no podemos decir que haya hecho nada de bueno, sino al contrario. Da igual lo que hagan, es solo un circo para desviar la atención. La gente no tendría que votar. Todos deberíamos estar seguros de que las decisiones son tomadas por las personas más preparadas, y sin ningún interés económico. Todo conocimiento debería ser público, y toda decisión debatida entre los colectivos relacionados en la materia. Y por supuesto no hablo de la mayoría más uno, tremendo error que permite alienar al interés menor, sino de unanimidad. Las decisiones que hay que tomar son tan lógicas que pueden ser tomadas por unanimidad. Todo tendría que estar basado en un plan de sostenibilidad mundial y reciclaje absoluto.”
“Claro que habría que trabajar, y el gobierno sería un aparato necesario para distribuir el trabajo según la preparación, y según ella tener más o menos opción a los recursos, pero todo el mundo tendría acceso los recursos básicos. El nuevo sistema tiene que garantizar una vivienda para todas las personas del planeta al cumplir los dieciséis años, alimentos necesarios para llevar una dieta variada, agua caliente, luz, gas, productos de higiene y limpieza, electrodomésticos, televisión, ordenador con conexión a Internet, teléfono móvil y un medio de locomoción ecológico. El trabajo necesario para hacer esto posible es el que hay que hacer. Son necesarios técnicos, científicos, y gente preparada para vincular unas áreas con otras, con el fin de mejorar el rendimiento y minimizar el impacto ambiental. También gente que cuide ancianos, albañiles, camareros y muchas otras profesiones. La música, el cine, la literatura, y demás artes serán considerados según su repercusión. Participar en la sociedad permitirá acceder a productos de mayor calidad, mejores viviendas, restaurantes, viajar, vacaciones, segundas residencias, un automóvil no contaminante mejor, y en general las cosas que no puede tener todo el mundo.”
“Entre todos podemos solucionar los problemas de todos.”
A decir verdad le estuve escuchando sin mucho interés, pero ya no fui capaz de ver el mundo como antes. Al llegar a casa, desde la ventana de mi piso, observaba el incesante tráfico de la ciudad, y me di cuenta de lo innecesario de esa actividad, todo el mundo ajetreado porque están condicionados a consumir de forma automática y servicial dentro de un sistema que los deshumaniza. Los coches contaminando el aire sin ningún motivo, la insatisfacción en las caras, los múltiples rastros de aviones que laceran el cielo, los anuncios, todo me causaba repulsión.
Hablé con mi mujer y pensó que me había vuelto loco, pero yo ya estaba decidido. Me despedí del trabajo y desde entonces nunca he vuelto a manejar dinero. He comido gratis y he trabajado gratis, con ayuda de Carlos. He podido darme cuenta de hasta que punto es un delito no formar parte del sistema, pero también he podido comprobar que todas las personas, cuando conocen los motivos, son buenas y están dispuestas a compartir lo que tienen.

Rafael

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