Roman J. Israel, Esq


Roman J. Israel, Esq es el segundo trabajo de Dan Gilroy -Nightcrawler-.



Si en su debut el director ponía el ojo en el mundo del periodismo criminalista con mucha mala baba, ahora no pierde el espíritu crítico a la hora de diseccionar el sistema jurídico penal de la ciudad Los Ángeles. Y lo hace creando un personaje sublime interpretado de manera brillante por Denzel Washington.


Y es que podemos decir sin género de duda que el papel y la interpretación del doble ganador del Oscar son lo más potente del filme. Algo que a simple vista puede parecer una crítica negativa dejando al conjunto en algo menor que no está a la altura de su figura central. Nada más lejos de la realidad. Lo que ocurre es que quizá nos encontramos ante la mejor interpretación del actor neoyorquino. Y esto son palabras mayores.



Washington esta pletórico. Se adueña del filme con un personaje que conmueve, emociona y divierte. Roman J. Israel es un hombre de otra época, un idealista que peleó en su momento por los derechos civiles y que aún lo sigue haciendo, a pesar de verse prácticamente solo en esta labor. Un erudito que se sabe de memoria el Código Penal de Los Ángeles y que, al igual que el bulldog de cerámica que preside su despacho, defiende los derechos de los más desprotegidos. Con un aspecto un tanto descuidado y un estilo pasado de moda; siempre escuchando música para lograr evadirse de esas voces internas que le mantienen en primera línea de la batalla social o con esa dieta que sigue, basada estrictamente en sándwiches.


La primera parte del filme, cuando el protagonista tiene que reubicarse y buscar trabajo, es la más sentimental con algunos momentos que llegan a emocionar al espectador. Un ejemplo de ello es cuando el personaje de Denzel conoce a Maya -Carmen Ejogo- una activista que trabaja de voluntaria para una organización a la que Roman va a solicitar trabajo.



En la segunda parte del filme, cuando Roman pasa a trabajar para el bufete de George Pierce, podemos ver como ambos personajes se ajustan el uno con el otro. El tono crítico del inicio hacia el sistema judicial persiste y aparecen otros aspectos que suponen un dilema para el protagonista y que dan un giro esencial en la trama, revitalizando de esta manera el desarrollo de la misma.


La película no trae buenas críticas desde EEUU. Dan Gilroy había puesto el listón muy alto con su opera prima -Nightcrawler- y creo que es un error comparar las dos películas o esperar un impacto similar, ya que, aunque las dos son reivindicativas con algún aspecto del sistema/sociedad estadounidense, tienen diferencias significativas. Lo que comparten ambas es la mezcla de drama, thriller psicológico y crimen que hasta el momento Gilroy maneja con bastante pericia.


Por ello considero a Roman J. Israel, Esq. una película bastante notable en general, con un personaje principal sobresaliente y unos secundarios, especialmente Colin Farrell, que no solo sobreviven al 'tour de force' de Washington, sino que brillan en su labor. Un filme entretenido y sólido que mantiene la atención del espectador y que te deja, al menos a mí, pensando en el mismo día después de haberlo visto.


El actor Denzel Washington es un intérprete todoterreno que ha logrado triunfar con solvencia en diversos géneros cinematográficos. Su capacidad de encandilar a la cámara y de mejorar cada plano con su presencia se ha puesto de manifiesto en numerosos títulos. Ganador de dos Oscars (“Día de entrenamiento” y “Tiempos de gloria”), ha desarrollado sus mejores trabajos en “Grita libertad”, “Malcolm X”, “Huracán Carter”, “American Gangster” o “Fences” (donde también asumió la labor de dirección). Versátil, eficaz y contundente, su participación en cualquier largometraje es garantía de una interpretación creíble y de la construcción de un personaje sólido. Su última nominación al premio de la Academia de Hollywood responde a su participación en “Roman J. Israel, Esq.”, cinta dirigida por Dan Gilroy, quien se dio a conocer con la extraña, original y desconcertante “Nightcrawler”, si bien su carrera más extensa la centre en su faceta de guionista.



La película constituye la recreación de la vida de un abogado, a modo de auge y caída (o caída y auge, según se mire) y se asienta sobre una gran actuación y una ambientación muy precisa. Su principal mérito, además de la intervención del propio Washington, estriba en algunas secuencias con diálogos mordaces y una filmación acertada. Sin embargo, el conjunto está presidido por un tono monótono que, por desgracia, provoca cierto aburrimiento. Sus más de dos horas de duración resultan excesivamente largas, al tiempo que las escenas brillantes son demasiado breves. Podría compararse con un guiso cuyas materias primas son de primera calidad pero que han sido elaboradas con un inadecuado sistema de cocción. El plato final, pese a ser comestible, dista mucho de poder ser calificado de manjar.


Un letrado idealista y poco convencional trabaja en un modesto despacho, pero su vida da un giro radical con el fallecimiento de su maestro y mentor. Al cambiar de clientes y de estilo profesional se dará cuenta de que existen otros modos de ejercer la abogacía, poniendo así a prueba aquel activismo que siempre defendió ante los tribunales e introduciéndose en unas esferas peligrosas e incontrolables.


La cinta engancha en un principio, ya que augura unos personajes interesantes, una trama atractiva y cierta dosis de suspense. Sin embargo, a medida que avanza el metraje, evoluciona a medio gas y deja al espectador con buena parte de sus expectativas frustradas. La combinación entre drama y thriller no termina de convencer, el ritmo narrativo se torna confuso y el pretendido clímax nunca llega a aparecer. Es muy probable que el proyecto contara en su concepción con notables posibilidades y loables intenciones que quedaron por el camino, dando paso tan solo a una realización en exceso sobria y a un guion errático. Otro ejemplo de cómo una magnífica idea inicial queda desdibujada durante su desarrollo y se pierde finalmente en un desenlace huérfano de lógica y distante de su perspectiva de origen.


El esfuerzo de Denzel Washington se manifiesta de modo patente y su entrega es más que meritoria, hasta el punto de enfrentarse a un papel que será recordado muy por encima de la película. Lástima que los aplausos que sin duda merece queden ensombrecidos por culpa de esa sensación de decepción generalizada.


Le acompañan en el elenco el actor Colin Farrell, atrapado por sus lineales y previsibles personajes protagonistas, pero que tiende a brillar cuando se le relega a un segundo plano y se le deja experimentar con registros más alejados de lo habitual, Carmen Ejogo (“Selma”, “Alien: Covenant”) y Amanda Warren (vista recientemente en la galardonada y aclamada “Tres anuncios en las afueras”).
Daverunner

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