Lo que se va


Un llamado me avisó del fín. Palabras que mientras se hacen escuchar, incitan a saber en qué van a terminar. Y se fue de un golpe.
La sensación de vértigo, el mareo que provoca la ensalada de imágenes compartidas y que ahora entiendo su sentido: Los entre dichos, las cervezas, las calles, los trenes, las risas, las marihuanas, las canciones que cantamos, las segundas.
Me dejó la última imagen que tuvimos del uno con el otro. En ese antro, cruzamos la mirada que atravezó a todos los presentes y fue que me sonrió, diciéndome que estaba "todo bien", apesar de las ausencias del paso del tiempo, producto de los distintos senderos. No hubo enojo, pura nostalgia del bardo.
No hubo día en que no estuvieras presente en mi silencio.
Duelo que retuerce.
¿Flaco, sabés cuántas cosas entendí después?
Desde un Enero Lidiando con mis tormentas y claro que fue duro enfrentarme con ese vendaval que no me dejó tranquilo por el resto del año.
Se que te llevaste también el viaje que hicimos, la siesta que dormimos, la rapada que me encargaste, las risas que te saqué.

A Lea. A.

¿Quién iba a decir? mi conciencia retrocede hasta mis primeros pasos y se encuentra con vos, asomándote por la ventana e invitándome a pasar. A jugar.
Nunca imaginé que nuestro juego de ponernos a dibujar para ganarle al aburrimiento infantil iba a ser lo que hoy me construye perfectible. Entonces allá, por el año 93 cantábamos (demostrando los dotes de la memoria) "La rueda mágica", "La Verónica" que después de muchos años volvimos a recordar, pero ya con la voz mas ronca y hasta con barba: Los nenes crecemos.
La infancia es ese "tesoro" de cualquier persona y está compartica con vos: Corridas, intercambio de bicicletas, la pelota que rebotaba sin cesar contra el paredón, vos con la camiseta de River, yo con la de Boca.
Tu habitación fué el escenario donde besé por primera vez a la puerta hacia una nueva etapa.
Una noche te vi después de dos meses aproximadamente, recuerdo que te abrazé fuerte y te confesé que andaba con muchas ganas de verte. Te conté que me había comprado una guitarra eléctrica y me sonreíste, sin dudarlo me propusiste hacer una zapada en tu casa, boludear con las guitarras y tomarnos unos cuentos mates...
¿Quién iba a decir?
que ese abrazo, esa sonrisa, iba a ser el última que nos ibámos a dar.
Dejamos algo pendiente.

Comentarios

  1. aaa que buena entrada me gusto muchisimo y me hizo recordar muchisimas cosas y enteender otras.!!! saludos!!!

    kevin Matus

    http://ungramodetu.blogspot.com/

    ResponderEliminar
  2. Wow! Me alegra y te agradezco por esto. Saludos!

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Haikus de Muerte

Pakt (El pacto)

Detachment >>> Indiferencia >>> El Profesor