Despedida comercial





De la oficina del registro hospitalario apareció un sobre color marrón con el nombre y señas de la persona que lo remitía. Como si de una segunda piel se tratase, sin sentimientos que lo conmoviera, manoseó el sobre como cuando se tumbaba sobre la arena después de correr por la orilla. Recordó el escalpelo que vio a lo lejos antes de que el anestesiólogo entrara en acción, controlando sus funciones vitales durante la última intervención. Inició la cuenta atrás diez, nueve y entonces advirtió la imagen de Loki sonreír, maestro del engaño, un estafador entre los dioses, mientras se asentaba en el sueño de un amable baladrón que blasonaba de valiente. Al despertar y a continuación orinar, se alarmó ante la luz que el estor enrollado dejaba pasar tras ver la pureza del cirro en forma de pluma que descubrió en el cielo. Con artimañas entre callejuelas evasivas, buscaba consumir la extraña alteración encontrada como el dolor incesante de la propia vida antes de caer a plomo en el suelo y perder el conocimiento. Noches antes de la operación definitiva se percibió en sueños con un ojo a la funerala dentro de un coche fúnebre seguido de amigos satélites con lágrimas terribles en sus coches de colores. Y con una rapidez imprevista se despidió de todos ellos con un sonrisa mantenida y obligada en la brisa de noviembre. Así había imaginado su despedida, tan hecha y consolidada como la plomada del albañil junto con la sedación consumida que proporciona desconocer el abandono triste de los que le querían.
Publicado por Esilleviana

Comentarios

  1. :)
    es la primera vez que me encuentro un blog como el tuyo.

    gracias por escogerme.

    un saludo

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