la Secta
El tiempo para entrar a la secta se le estaba terminando.
Pronto llegaría el día y la hora convenidos
y debía lograr ser admitido antes.
Desde que un día leyó una alusión al grupo en Internet,
su sueño es formar parte de él.
En aquel momento, y por primera vez,
se sintió acompañado en su locura;
por primera vez encontró entre quienes sentirse cuerdo.
Un cuerdo más.
La idea del suicidio no tenía para él relación alguna con la soledad.
Y en esa secta podría cumplir su meta de cambiar de dimensión en compañía.
Pero el gurú no podía aceptarlo,
y se lo dijo una y otra vez, porque haría fracasar su misión.
No cumplía el requisito fundamental, el imprescindible:
ser mortal.
Alís
Muchas gracias, Ángel
ResponderEliminarA ti siempre, por ofrecernos tan bellos párrafos.
ResponderEliminarUn beso