El último acto (The Carer)



                                    Pañales y mortaja

Pese a la apariencia de una película Disney, pongamos que hablo de Cenicienta o de La bella y la bestia, de Blancanieves o Tarzán, cualquiera me vale, por su obviedad argumental, tan previsible, blanda y consabida, esta pequeña película acaba siendo mucho mejor de lo que uno, que tiene el colmillo retorcido sin motivo, se hubiera imaginado.


Me explico, ya digo que es muy tonta y tópica en su transcurrir narrativo, además de muy simple formalmente, pero en todo lo demás, lo que llena el espacio que va del punto A al Z, merece la pena, esos huecos entre las señales del camino, esos interludios, transiciones o descansos, están muy bien, deliciosamente escritos e interpretados, brillantemente dialogados y recitados; un ejercicio ligero, inteligente y simpático.


El fondo de la escritura es Shakespeare (Hamlet y El rey Lear son evidentes, del primero solo hay que ver el final o las continuas alusiones, del segundo hay hasta una imitación clara al estar rodeado de tres mujeres/hijas) y sus tragedias, lo que sostiene las palabras y gestos de ambos. El resto lo componen los requiebros de otra vuelta de tuerca a dos clichés, el del viejo enfermo que se pasa la vida rabiando, y el del actor moribundo que anhela sus tiempos de gloria. El crepúsculo de los dioses también.



Con asistenta. Paseando a Miss Daisy o entreteniendo al monstruo; ayudanta o aprendiza que le consuela, comprende y alienta. Eva al desnudo versión bondadosa.
Es un toma y daca entre los dos. Con un Brian Cox sobrado y carismático y una Anna Chancellor correcta, buena chica. De relleno el coro, el chófer, el amor, la hija bruja y demás ornamento.
Es un cuento blanco lleno de buenas frases y bellas declamaciones, preñado de ironía, levedad, sabiduría y elegancia. Le pesan los muchos lugares comunes, pero consigue salvarlos y terminar bastante bien.



Ser (Ser o no ser, de Lubitsch, también es homenajeada, película basada en la historia escrita por un húngaro, Lengyel): claro que sí, a pesar de todo, de la enfermedad, las penas y el cabrón tiempo que todo se lo come.



Hay varias buenas escenas, por ejemplo la de la prueba de interpretación (en la que ella aprovecha para devolver el golpe y reivindicar, de paso, su fértil origen, aquel revoltijo de naciones que aquí se confunden con sorna, Rumanía, Bulgaria, Polonia, Croacia, o más concretamente Hungría, de donde son la protagonista y el director de esta película, el cogollo centroeuropeo como lugar clave en la producción cultural más exquisita, abundante y luminosa de Occidente, hasta en el mismo cine); o aquellas en las que Cox lanza dardos a diestro o siniestro y se ríe de ciertas frases hechas, "en mi vida he hablado más en serio", "el espectáculo debe continuar", o cuando los dos repiten aforismos humorísticos del tipo, "la juventud se desperdicia con los jóvenes"o "si hubiese sabido que iba a vivir tanto, dijo tras cumplir los cien años, me hubiera cuidado más".


De aspecto pobretón, casi tiene un aire de telefilm, es bastante mejor que otras de más ínfulas y dineros.
                                                                                                                                          Ferdydurke

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