Pasaje al amanecer


Sean bienvenidas al cine español las historias que hablan de temas y personajes de aquí y ahora, relacionados con acontecimientos traumáticos y contados desde una perspectiva intimista. La trama gira sobre la decisión de un joven fotoperiodista de viajar a Irak en 2004 para informar de la guerra desencadenada a partir de una mentira orquestada, un relato que se concentra sobre el momento en el que el idealista personaje se lo comunica a su familia, una familia oficialmente feliz, aglutinada en torno a una madre posesiva, que se va descosiendo por todas sus costuras al contacto con la inquietante noticia.


Una historia que habla de temas y personajes de aquí y ahora, contada desde una perspectiva intimista
Interesante planteamiento apoyado sobre un reparto excepcional que defiende con oficio la complejidad, por momentos excesiva, de una tragedia ahogada entre diálogos tópicos o grandilocuentes y la abrumadora maraña de enredos colaterales: enfermedades, infidelidades, secretos ancestrales, desgracias históricas o simples insatisfacciones que atribula a estos personajes desigualmente diseñados.


Un largometraje que destila realidad, verdad, diálogos creíbles para una historia llena de sinceridad y de detalles que sumergen al espectador en la vida de una familia que justo antes de celebrar la cena de Nochebuena se entera que uno de los hijos se marcha de fotoperiodista a la Guerra de Irak de 2004. Ése es el retrato de Pasaje al amanecer, cuyo director, Andreu Castro presentó en el festival Ópera Prima de Tudela y de donde, a buen seguro, se llevará algún premio.



El trabajo de los actores, excelentemente dirigido, escrito y coordinado por Castro dejan al público ante instantes memorables que se recordarán como la escena entre una madre de 80 años (Lola Herrera) y su hija (Elvira Mínguez) tras romper un muro que les había separado durante décadas. Como comentó Castro (actor convertido en guionista y director), “mi objetivo final es emocionar. Hay películas para comprar palomitas y pasarlo genial y otras que te remueven por dentro. Ese es el propósito, tocar algo ahí dentro. Es una película de sentimientos”.


La idea nace de una experiencia personal, cuando un amigo de Andreu Castro le dijo que se iba a trabajar con Tele 5 para cubrir la epidemia del ébola a Sierra Leona. “Estuve con él esa tarde cuando lo decidió y hacía hincapié en cómo decírselo a su familia”. Este germen lo transforma en un fotoperiodista que se marcha al ojo del huracán, Irak en 2004; “decidí que fuese Irak cuando tejí el drama familiar y quería contar las mentiras, los secretos y los miedos que empiezan a surgir con la noticia de que el hijo se va. Surge la verdad alrededor de una gran mentira que fue la guerra de Irak”.


Durante toda la película, la relación entre los personajes deja entrever el intenso trabajo de preparación que tuvo Castro con los actores para vestir sus vivencias. Lola Herrera destacó el papel del director, “el rodaje fue una delicia, pero capitaneado por Andreu, que además de talento tiene la habilidad de transmitir a los demás todo lo que quiere. He aprendido mucho de él, yo no sé nada de cine, no he hecho casi. Él hace que todo parezca sencillo incluso en situaciones límite de rodaje. Es muy inteligente, conozco a muchos directores que gritan por impotencia y no es el caso. Sabe lo que quiere y cómo sacarlo”.


Junto a Herrera y Mínguez se encuentran también Nicolás Coronado, Antonio Valero, Ruth Díaz, Andrea Duro y Carles Francino. De hecho, uno de los motivos que atrajo a Lola Herrera hacia la película, además de la historia, fue la posibilidad de trabajar con Elvira Mínguez. “Me interesó muchísimo que estaba Elvira, me parece una actriz genial. Teníamos escenas juntas y eso me apeteció mucho porque no habíamos coincidido nunca”. El realizador destacó el trabajo de todos los actores, pero sobre todo de estas dos monstruas. He aprendido que cuanto más grandes son, más humildes. Cuando rodamos la secuencia en que hablan y se sinceran al final lo rodamos dos veces y acabamos llorando el equipo entero. Las dos escenas eran igual de fuertes”.


El productor, Albert Bori, incidió ayer en que lo primero que vio fueron 30 folios que le entregó Castro sobre la historia, “me atrapó enseguida. El conflicto familiar, el entorno del fotoperiodista. Nos pusimos a trabajar enseguida juntos”. Pasaje al amanecer se rodó en solo 15 días y con una sola cámara, por lo escaso del presupuesto.


EN CORTO
Detalles. Castro reconoció que es un director de detalles como el hecho de que Mínguez llevara durante toda la película un reloj colgado del cuello, o el vestuario y la fotografía según avanza la obra y la trama.
Asesoramiento. Contó con el asesoramiento del fotógrafo Gervasio Sánchez.
Sigue enferma. En la cabeza del guionista, el personaje de Elvira Mínguez “no se ha curado, sigue enferma y sus miradas son de despedida. No me gusta dar al espectador todo el plato. Prefiero que sea un puzle”.
Fermín Pérez Nieva

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