Merlí



 
Hay que recordar que Merlí trata sobre un profesor de filosofía desahuciado que encuentra una vacante como suplente en el instituto de su hijo. Merlí llama la atención en el instituto entre los profesores, que lo odian; los alumnos, que lo aman; y los padres, que tienen diversas opiniones.



 Cada capítulo es como una clase de filosofía, que trata a un autor distinto, y es en ese capítulo donde se adquiere el punto de vista del filósofo para tratar las distintas tramas de la serie. Tramas que han tenido una evolución más que correcta a lo largo de la 1ª temporada.

Cada joven tiene un problema relacionado con el tránsito hacia la madurez y la búsqueda de la propia identidad. Merlí poco a poco va conociendo a sus alumnos y manipulando la situación para ayudarles con sus problemas.  


                                      Gerard, el infantil
La trama de Gerard ha tenido más minutos en pantalla a lo largo de la primera mitad de temporada que muchas otras. Gerard es un niño sobreprotegido por su madre, Gina. No se puede decir que Gerard es un niño consentido, pero si se siente seguro alrededor de la figura materna. El joven odia a su padre por el dolor que le causó a su madre y no entendería que esta encontrase una nueva pareja.

Cuando Gina emprende una relación más o menos seria con Merlí decide no contarle nada a su hijo. Gina es el tipo de madre que en busca de lo mejor para su hijo asoma la cabeza en todos los asuntos que le pueden repercutir: el colegio, los amigos y los asuntos de casa. Esto causa que el proceso de maduración de Gerard sea más lento que el de sus compañeros, y repercute en sus actos y rabietas. ¿Ejemplos? Cuando se entera de la relación de su madre y su profesor o cuando se entera de que Mònica de Villamore, la chica de la que está enamorado, está a favor de la fiesta taurina. ¿Se volverá a enrrabietar en la próxima temporada cuando se entere de que Joan está con Mònica? 


                                                    Iván Blasco, el friki
Iván padece de principio de agorafobia, tiene miedo de salir de casa tras haber sido tratado como un “rarito” en clase. Iván está interesado en asuntos de política y noticias que suceden en todo el mundo, temas adultos para un chaval de su edad. Se siente diferente y acomplejado por ello hasta el punto de permanecer aislado del mundo, refugiado en su casa –o en la caverna de Platón, como dice Merlí–.

Merlí decide ayudar al chico, siempre con la intención de sacar algún tipo de beneficio propio. Poco a poco el profesor de filosofía y protagonista consigue que el chico vuelva a entrar en contacto con el exterior. De vez en cuando manda a uno de sus alumnos, de manera directa o indirecta, incluso a Pol Rubio, el compañero de clase con el que peor se lleva Iván.

Esta trama abre la primera temporada de Merlí y culmina en el último episodio de la misma con una resolución más que correcta. Aunque no descartamos que en la segunda temporada veamos algunas secuelas de la misma.



                                           Pol, el chulo
Decir que Pol Rubio es el chulo de la clase es caer en un tópico, pero la serie juega con ello —pues todos los personajes parten de un estereotipo— y vale la pena mencionarlo, pues al final la serie lucha contra cualquier tipo de prejuicio.

Pol no saca buenas notas, pero no es porque no quiera sino porque le cuesta mucho. O eso es lo que él repite todo el tiempo. Aunque parezca un poco macarra y sea un guaperas de cuidado, Pol es muy sensible. Su familia pasa un mal momento, su madre murió y su padre y su hermano se encargan de traer dinero a casa, aunque no el suficiente.

No pueden mantener el hogar, y le achacan a Pol que no trabaja ni se esfuerza en estudiar. Esta situación come a Pol por dentro, que cuida de su “yaya” en todo momento. Pol ha robado a sus amigos y ha delinquido varias veces para poder traer dinero a casa.

Cuando su abuela muere, todo empieza a cambiar. Su hermano opta por “celebrar” el mejor funeral. Sin embargo, Pol opina que van a gastar un dinero que no tienen. Y la discusión sobre el trabajo vuelve. Pol es muy bueno en filosofía y Merlí se lo recuerda cada día, y esto motiva al chico a seguir estudiando.

                                          Joan, el empollón
Sin duda, una de las mejores tramas de la serie. Tú ves a Joan en clase y te lo quieres comer, es adorable, es bueno, entregado, no se mete en ningún problema y además saca buenas notas. Todo el mundo es bueno con él, es el compañero idea, el alumno ideal.

Pero detrás de este estereotipo se esconde una gran verdad, Joan se siente prisionero en su propia familia. Su padre le fuerza a estudiar, le planea su futuro –debe ser abogado, como él—. Su padre ejerce la figura de patriarca en casa, ya que tanto su hijo como su mujer deben obedecer y asentir en las opiniones del mismo.

Tras comenzar las clases de Merlí, Joan empieza a reflexionar y a formar su propio criterio, de tal manera que empieza a revelarse contra su familia. Su primer acto de rebeldía es hacerse un piercing; y el segundo, un coma etílico. Su madre, victima también del poder patriarcal de su casa, siempre da la razón al padre de Joan. Después demostra que esta en desacuerdo, pero era mejor dejarlo estar. El siguiente paso es reconocer que su hijo merece más libertad y le da permiso para ir a una fiesta sin que su padre se enterase.

Jaume, el padre de Joan, achaca su nueva actitud al “profesor que se hace amigo de los alumnos” y a las malas compañías de Joan. Pero Joan no se deja vencer y sigue su rebelión.

El gran giro de las circunstancias, muy bien llevado en la serie junto a las otras tramas, en un momento de tensión y resolución más que preciso. Jaume abandona la guerra con su hijo, le han diagnosticado cáncer y cambia su visión. Y Joan, que es muy bueno, cede también. Una reconciliación reflejada en la serie en una preciosa escena en la que ambos recomponen la maqueta de Jaume que Joan rompió como símbolo de la reconstrucción de la relación padre-hijo de ambos.
 
                                                          Bruno, el marica
Y finalmente os hablo de Bruno, protagonista de Merlí —junto a su padre— y protagonista de la mejor trama junto a la de Joan.

Cuando comienza la serie, ves a Bruno como un chaval normal, amigo de sus amigos, bueno, amable y justo. Pero a Bruno no le gusta destacar. Cuando su padre —con el que nunca había tenido una estrecha relación— se convierte en su profesor, su tutor legal y el centro de atención del instituto; su vida se empieza a ajetrear y el secreto que oculta en lo más profundo de su ser empieza a luchar por salir.

Bruno es homosexual, pero aún no ha salido del armario. Este peso que carga sobre sus hombros es cada vez más pesado y hace que el joven amable se vuelva cada vez más irritable. Bruno es diferente, pero no quiere serlo. Está enamorado de su amigo Pol. Sin embargo, Tània —su mejor amiga— le dice que se olvide de él pues solo está interesado en chicas.
Bruno hace caso omiso de su amiga. Si Pol, que es el chico popular de la clase, se enamora de él quizás pueda sacar a la luz su sexualidad (o quizás sea eso lo que Bruno opina en un primer momento). Tras una noche de estudio juntos, Bruno toca a Pol mientras este duerme. Pol, que se percata de la sexualidad de Bruno, decide alejarse. Sin embargo, la curiosidad mató al gato: Pol y Bruno se lían en una fiesta. Pero después de eso Pol sigue a su bola y esto daña a Bruno que está loco por sus huesos.

El dolor y la presión de Bruno se manifiestan de distintas maneras. La más destacada; insultar a la gente que es diferente como él reflejando en esos actos el miedo, la falta de aceptación personal y su baja autoestima. Y lo hace con la gente que él sabe que puede. Al principio su padre, por destacar en el instituto. La siguiente es Tània, a la que llamó gorda tras una discusión. Y de los últimos a Oliver, el nuevo alumno, al que llama “marica”.

Sin embargo, la mayor víctima de Bruno, es Santi –el profesor de lengua—. Este profesor está gordito, y Bruno aprovecha todas las ocasiones posibles para recordárselo, dejándolo en ridículo delante de profesores, alumnos e incluso su mujer. La irritabilidad de Bruno va en aumento, y su actitud indeseable junto a ella hasta el punto de que sus amigos reconocen que se pasa mucho con el profesor.

Santi, que es un buen hombre, sabe que Bruno no tiene un problema personal con él, sino consigo mismo. Otro gran giro de las circunstancias se produce en última instancia, Santi muere de un ataque al corazón y Bruno se hunde. Se ha dado cuenta de todo el daño que ha hecho y decide disculparse ante la mujer de Santi. Tras una preciosa conversación, Bruno sabe que Santi quería lo mejor para él. Ha aprendido la lección más importante de su vida, y está dispuesto a dar comienzo a su primavera, tal y como dice Oliver que le aconseja sobre ser gay.

Esta trama termina con un precioso baile de ambos personajes, sin complejos, desplegado sus alas y su libertad.
                                               Merlí, el polémico
Tras haber ayudado a todos sus alumnos, estos deciden devolverle el favor a su gran profesor. Aplican la filosofía aprendida en clase para que Merlí pueda permanecer un año más en el instituto. Pero no solo ellos apoyaron a Merlí; el regreso de Iván Blasco, la recomendación de Jaume tras haber ayudado a su familia y el sentido común motivaron al director a no presentar una instancia al polémico profesor.

Merlí es una serie necesaria, lo diré mil veces. Hace que los alumnos y los padres reflexionen sobre la vida que les rodea, les ayuda a encontrar la raíz de problemas que parecen insignificantes pero que son más preocupantes de lo que parecen. Pone al hijo en los zapatos del padre y viceversa. Y nos enseña a cuestionarlo todo, a empatizar, a no acatar leyes sino a comprobar si son justas o no. “Las reglas no están para saltárselas, están para romperlas” es la gran reflexión que nos aporta esta maravillosa serie catalana.


Esta primera que analizamos y la segunda y tercera temporada  en Netflix.

                                                                                                                                        Sergio Risquez

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